Cuando era pequeña me maravillaba cómo mi madre, a base de paciencia y repetición, conseguía dejar los envoltorios de los caramelos o los bombones perfectamente lisos, brillantes de nuevo, casi para estrenar.
En aquellos día de marzo de 2022, yo era una de esas personas de las que hablas, que al ver la invasión de Ucrania, la creía muy lejana en el espacio. Me indignaba y me conmovía, como no podía ser de otro modo, pero estaba muy lejos. No mucho después, si no recuerdo mal, escribiste una newsletter que hablaba de lo que pasaría si un día, dd repente, nos pasara a nosotros. Ahí, en lo que contabas, me paré a pensar, que lo que alguna vez nos pareció lejano y ajeno, también puede sucedernos. Y hoy por hoy, parece estar mucho más cerca.
Preciosa tu carta, Ana. Me parece estar viéndoos alisar, con esmero, el envoltorio del caramelo, exactamente igual que lo alisaba mi abuela.
Hola Isabel, en esa newsletter que mencionas yo hablaba de como cuando empezó la guerra de Irak hace mil años y mucho antes de que hubiera redes, a mi me impactó muchísmo y recuerdo que hasta me temblaban las piernas.Estaba aterrorizada y me acuerdo de preguntarle a mi padre si nos iba a pasar algo a nosotros. Él me dijo que no pero yo no me lo creí. Desde entonces y también después de una charla de Neil Gaiman hablando de la guerra en Siria, tengo clarísimo que todo puede ocurrar asi.
Muy bonito post pero es mi obligación de boca chanclas decirte que en septiembre en los campos de Trigo solo queda el rastrojo. El cereal se cosecha en junio y julio.
Fuimos a la manifestación en el aniversario del comienzo de la guerra. Qué solos están, qué cruel es la vida y qué impotencia! Lo de ir a luchar allá me parece heroico pero pensé que quizás habría maneras de ayudar haciendo algo desde internet… tele-guerra? Parece absurdo pero seguro que algo se podría hacer y yo estaría dispuesta…
En esta semana habia 5 periodistas ucranianas, las habíamos becado para que tuvieran el viaje y el alojamiento pagado. Eran majísimas y muy impresionante hablar con ellas. Anastasia tiene un fundraising abierto por su cumpleaños para cosas que necesitan los soldados... ayer me escribió porque alguien le habia mandado mi newsletter, para darme las gracias.
Gracias por conmovernos a nosotros también a través de tus palabras. Soy profesora y llegaron a mi centro varios niños y niñas ucranianos. Verlos cada día me permite no olvidar lo que están pasando sus familias allí y el resto de habitantes. Buen domingo.
Antes de que dijeras que quien te dio ese caramelo era ucraniana lo he podido adivinar.
La primera persona que me dio un caramelo así fue A., una vecina del pueblo (el pueblo de mi marido, un pueblo de 800 habitantes en verano en la frontera con Cuenca). A. es ucraniana, su marido M. es lituano; entre ellos hablan en ruso. Viven de alquiler en el piso de arriba de una casita muy humilde. A. era maestra en Ucrania. M. es su segundo marido, y aquí trabajanban en el campo; se jubilaron y decidieron quedarse. A. tiene un hijo en el ejército, cerca de Kiev. Acaba de tener un nieto: están muy contentos porque eso significa que la familia tendrá futuro. Han ido a conocerlo y han vuelto felices. Cuando vuelven de Ucrania le dan siempre caramelos a mi hija, unos con margaritas, otros con una especie de bogavante. No salen mucho de casa, pasean por el patio interior que compartimos con un rosario en las manos.
S. era estudiante de dos de mis asignaturas. Era muy tímide, hablaba muy mal en español, y se definía nb. Su letra era muy complicada de entender. Una vez vino a mi despacho a una tutoría, y al salir me dejó un puñado de caramelos con margaritas y bogavantes.
M. es mi vecina, era profesora de matemáticas en Ucrania y emigró hace mucho; tiene dos años más que yo, un hijo y una hija un año menor que la mía. Nuestras hijas siempre están jugando en la calle; van juntas a natación; pasan de casa en casa como si fuera suya y les damos la merienda a la hora que toque. La nena dice que cuando sea mayor, irá a conocer Ucrania; ahora no puede porque hay guerra. Aún así, M. pasó el verano pasado en su pueblo, asistiendo a su madre durante las semanas en las que el cáncer se la llevó. Se lamenta de no haber podido salvarla. No le queda nadie en Ucrania. La vecina de su madre cuida lo que queda de la casa; a cambio M. le manda algo de dinero, o comida. A cambio su vecina le manda caramelos con margaritas y bogavantes, que algunas veces llegan a mi casa.
Que buen comentario, Carmen. Muchísimas gracias por compartir esto, me ha conmovido profundamente, igual que la historia de Anastasia. Como dice Ana, es importante que no se nos olvide lo que está pasando... Un abrazo enorme
Mil gracias Carmen por todo lo que has contado en el comentario. Es importante que no se nos olvide lo que está pasando porque Ucrania está ahí al lado y no podemos olvidarlo ni olvidarles. Anastasia me escribió ayer agradeciéndome la charla que tuvimos, mi intención es seguir en contacto con ella y ayudarla todo lo que pueda.
Qué suerte tienes por haber conocido a Anastasia, y nosotros por disfrutar de tus palabras. Las de hoy, preciosas.
Siempre es un placer leerte.
Gracias Maria, que suerte tengo de conocerte y que me leas!! Un besazo
En aquellos día de marzo de 2022, yo era una de esas personas de las que hablas, que al ver la invasión de Ucrania, la creía muy lejana en el espacio. Me indignaba y me conmovía, como no podía ser de otro modo, pero estaba muy lejos. No mucho después, si no recuerdo mal, escribiste una newsletter que hablaba de lo que pasaría si un día, dd repente, nos pasara a nosotros. Ahí, en lo que contabas, me paré a pensar, que lo que alguna vez nos pareció lejano y ajeno, también puede sucedernos. Y hoy por hoy, parece estar mucho más cerca.
Preciosa tu carta, Ana. Me parece estar viéndoos alisar, con esmero, el envoltorio del caramelo, exactamente igual que lo alisaba mi abuela.
Hola Isabel, en esa newsletter que mencionas yo hablaba de como cuando empezó la guerra de Irak hace mil años y mucho antes de que hubiera redes, a mi me impactó muchísmo y recuerdo que hasta me temblaban las piernas.Estaba aterrorizada y me acuerdo de preguntarle a mi padre si nos iba a pasar algo a nosotros. Él me dijo que no pero yo no me lo creí. Desde entonces y también después de una charla de Neil Gaiman hablando de la guerra en Siria, tengo clarísimo que todo puede ocurrar asi.
Muy bonito post pero es mi obligación de boca chanclas decirte que en septiembre en los campos de Trigo solo queda el rastrojo. El cereal se cosecha en junio y julio.
jajaja,muchas gracias por la aclaración. El cursilismo es lo que tiene que nunca tiene base científica
Fuimos a la manifestación en el aniversario del comienzo de la guerra. Qué solos están, qué cruel es la vida y qué impotencia! Lo de ir a luchar allá me parece heroico pero pensé que quizás habría maneras de ayudar haciendo algo desde internet… tele-guerra? Parece absurdo pero seguro que algo se podría hacer y yo estaría dispuesta…
En esta semana habia 5 periodistas ucranianas, las habíamos becado para que tuvieran el viaje y el alojamiento pagado. Eran majísimas y muy impresionante hablar con ellas. Anastasia tiene un fundraising abierto por su cumpleaños para cosas que necesitan los soldados... ayer me escribió porque alguien le habia mandado mi newsletter, para darme las gracias.
Wow. Qué profundo y bien contado.
Muchas gracias. He intentado contarlo bien pero me parece que me he quedado corto
Gracias por conmovernos a nosotros también a través de tus palabras. Soy profesora y llegaron a mi centro varios niños y niñas ucranianos. Verlos cada día me permite no olvidar lo que están pasando sus familias allí y el resto de habitantes. Buen domingo.
Gracias, Gloria. Es importante que no se nos olvide.
Gracias, Ana. Es una fortuna leerte y, en este caso, conocer a Anastasia, a través de lo que cuentas.
Gracias, María. Anastasia es una de esas personas que te marcan y que no se olvidan nunca.
Gracias Ana. Te superas. Muy conmovedora la historia de hoy. Un saludo
Muchas gracias, Ana G.
Gracias Ana, gracias Carmen, por vuestra historias llenas de vida y de casualidades. Buen domingo!!
Gracias a ti, Pilar por leerme.
Qué maravilla. Gracias.
Antes de que dijeras que quien te dio ese caramelo era ucraniana lo he podido adivinar.
La primera persona que me dio un caramelo así fue A., una vecina del pueblo (el pueblo de mi marido, un pueblo de 800 habitantes en verano en la frontera con Cuenca). A. es ucraniana, su marido M. es lituano; entre ellos hablan en ruso. Viven de alquiler en el piso de arriba de una casita muy humilde. A. era maestra en Ucrania. M. es su segundo marido, y aquí trabajanban en el campo; se jubilaron y decidieron quedarse. A. tiene un hijo en el ejército, cerca de Kiev. Acaba de tener un nieto: están muy contentos porque eso significa que la familia tendrá futuro. Han ido a conocerlo y han vuelto felices. Cuando vuelven de Ucrania le dan siempre caramelos a mi hija, unos con margaritas, otros con una especie de bogavante. No salen mucho de casa, pasean por el patio interior que compartimos con un rosario en las manos.
S. era estudiante de dos de mis asignaturas. Era muy tímide, hablaba muy mal en español, y se definía nb. Su letra era muy complicada de entender. Una vez vino a mi despacho a una tutoría, y al salir me dejó un puñado de caramelos con margaritas y bogavantes.
M. es mi vecina, era profesora de matemáticas en Ucrania y emigró hace mucho; tiene dos años más que yo, un hijo y una hija un año menor que la mía. Nuestras hijas siempre están jugando en la calle; van juntas a natación; pasan de casa en casa como si fuera suya y les damos la merienda a la hora que toque. La nena dice que cuando sea mayor, irá a conocer Ucrania; ahora no puede porque hay guerra. Aún así, M. pasó el verano pasado en su pueblo, asistiendo a su madre durante las semanas en las que el cáncer se la llevó. Se lamenta de no haber podido salvarla. No le queda nadie en Ucrania. La vecina de su madre cuida lo que queda de la casa; a cambio M. le manda algo de dinero, o comida. A cambio su vecina le manda caramelos con margaritas y bogavantes, que algunas veces llegan a mi casa.
Que buen comentario, Carmen. Muchísimas gracias por compartir esto, me ha conmovido profundamente, igual que la historia de Anastasia. Como dice Ana, es importante que no se nos olvide lo que está pasando... Un abrazo enorme
Mil gracias Carmen por todo lo que has contado en el comentario. Es importante que no se nos olvide lo que está pasando porque Ucrania está ahí al lado y no podemos olvidarlo ni olvidarles. Anastasia me escribió ayer agradeciéndome la charla que tuvimos, mi intención es seguir en contacto con ella y ayudarla todo lo que pueda.