Yo antes veía septiembre como el mes de las ilusiones renovadas y con las ganas de empezar el “nuevo año”. Ahora será por los hijos, por el cansancio del trabajo o porque me hago mayor ya no tengo tantas ganas y septiembre es el mes donde constato que ojalá me toque una primitiva y me quite de trabajar y así vivir ociosamente el resto de mi vida. ¡Cuidado! No me quejo mucho porque a decir verdad, lo tengo todo (trabajo, familia, salud, vivo muy bien...) pero por pedir...
Veo septiembre, también, como el comienzo de una gran subida que culmina en enero. A partir de ahí es una cuesta abajo muy tendida que se acelera cada vez más conforme salen los soles que de verdad calientan el ambiente y alargan los días. En esta subida ficticia generada por mi mente hay un repecho muy duro: el mes de noviembre. Es, sin duda, el peor mes del año. No va a ninguna parte. Los días se hacen oscuros (cambian la hora), viene del otoño que es un mes muy provechoso pero queda lejos de las vacaciones de navidad. Y como le dé por llover (donde vivo puede estar todo el mes lloviendo) se convierte en el mes ideal para cortarse uno las venas, sobre todo al tener hijos pequeños encerrados en casa toda la tarde.
Siempre he sentido septiembre como el verdadero inicio de un nuevo año. No el 1 de enero, ese solo sirve para dormir la resaca del 31 de diciembre donde has pedido deseos que quizá se cumplan o no. Septiembre es el olor a tierra mojada, es el cambio de color en las hojas de los árboles, es pasear pisando hojas secas y cuando era joven soñar con aquel chico tan guapo con el que quizá me bese en alguna cala…Echo de menos esos septiembres, me temo que con el cambio climático, este septiembre será una prolongación del verano pero con tormentas salvajes que anexarán pueblos. Que no bajaremos de los 25 grados. Será la antesala de un invierno donde si te pones el abrigo, te mueres de calor y ya no te digo una bufanda y guantes, tengo sin estrenar los de hace dos inviernos. Me estoy poniendo muy pesada con mi comentario pero es que septiembre me encantaba, y el otoño es mi estación favorita pero parece que ya no existe desde que se desdibujaron las estaciones. Empiezo septiembre de mal humor, a ver cómo lo acabo 🥺
Buenos días, pues tal como lo cuentas, así es, llega septiembre, con él los fascículos en los quioscos y con ellos el misterio de que aparece el 1 (con los regalos) pero nunca se sabe cuando siguen los siguientes :). Por otra parte, septiembre tiene ese vértigo de lo que viene, pero también es volver a la normalidad y "rutina" lo que también favorece. Ahora en la radio escuchaba que también es cuando la gente hace los propósitos de ir al gimnasio, idiomas, dieta, etc. y luego en octubre todo se abandona. Por cierto yo también hago diario de algunos viajes familiares, y estas vacaciones mientras escribía el de este verano, leí los de hace unos años y a mi me gusta y seguiré haciéndolo. En fin que llega septiembre, pero en verano siempre se queda algo, que ayuda a tirar para adelante hacia el otoño e igual abres ese libro y todavía tiene arena del verano, o ese marcapáginas que era el ticket de autobús, metro o pago de algo que hicimos el verano y viene ese saborcillo bueno a nuestra mente. Animo para septiembre.
Para mí septiembre es como un precipicio por el que caigo sin echar la vista atrás, y que rápido, muy rápido, me lleva a diciembre y la Navidad. Me cuesta procesar la velocidad con la que termina el año y aún así me dejo llevar.
Yo antes veía septiembre como el mes de las ilusiones renovadas y con las ganas de empezar el “nuevo año”. Ahora será por los hijos, por el cansancio del trabajo o porque me hago mayor ya no tengo tantas ganas y septiembre es el mes donde constato que ojalá me toque una primitiva y me quite de trabajar y así vivir ociosamente el resto de mi vida. ¡Cuidado! No me quejo mucho porque a decir verdad, lo tengo todo (trabajo, familia, salud, vivo muy bien...) pero por pedir...
Veo septiembre, también, como el comienzo de una gran subida que culmina en enero. A partir de ahí es una cuesta abajo muy tendida que se acelera cada vez más conforme salen los soles que de verdad calientan el ambiente y alargan los días. En esta subida ficticia generada por mi mente hay un repecho muy duro: el mes de noviembre. Es, sin duda, el peor mes del año. No va a ninguna parte. Los días se hacen oscuros (cambian la hora), viene del otoño que es un mes muy provechoso pero queda lejos de las vacaciones de navidad. Y como le dé por llover (donde vivo puede estar todo el mes lloviendo) se convierte en el mes ideal para cortarse uno las venas, sobre todo al tener hijos pequeños encerrados en casa toda la tarde.
En fin, dicho queda. Que tengáis un buen año...
Siempre he sentido septiembre como el verdadero inicio de un nuevo año. No el 1 de enero, ese solo sirve para dormir la resaca del 31 de diciembre donde has pedido deseos que quizá se cumplan o no. Septiembre es el olor a tierra mojada, es el cambio de color en las hojas de los árboles, es pasear pisando hojas secas y cuando era joven soñar con aquel chico tan guapo con el que quizá me bese en alguna cala…Echo de menos esos septiembres, me temo que con el cambio climático, este septiembre será una prolongación del verano pero con tormentas salvajes que anexarán pueblos. Que no bajaremos de los 25 grados. Será la antesala de un invierno donde si te pones el abrigo, te mueres de calor y ya no te digo una bufanda y guantes, tengo sin estrenar los de hace dos inviernos. Me estoy poniendo muy pesada con mi comentario pero es que septiembre me encantaba, y el otoño es mi estación favorita pero parece que ya no existe desde que se desdibujaron las estaciones. Empiezo septiembre de mal humor, a ver cómo lo acabo 🥺
Buenos días, pues tal como lo cuentas, así es, llega septiembre, con él los fascículos en los quioscos y con ellos el misterio de que aparece el 1 (con los regalos) pero nunca se sabe cuando siguen los siguientes :). Por otra parte, septiembre tiene ese vértigo de lo que viene, pero también es volver a la normalidad y "rutina" lo que también favorece. Ahora en la radio escuchaba que también es cuando la gente hace los propósitos de ir al gimnasio, idiomas, dieta, etc. y luego en octubre todo se abandona. Por cierto yo también hago diario de algunos viajes familiares, y estas vacaciones mientras escribía el de este verano, leí los de hace unos años y a mi me gusta y seguiré haciéndolo. En fin que llega septiembre, pero en verano siempre se queda algo, que ayuda a tirar para adelante hacia el otoño e igual abres ese libro y todavía tiene arena del verano, o ese marcapáginas que era el ticket de autobús, metro o pago de algo que hicimos el verano y viene ese saborcillo bueno a nuestra mente. Animo para septiembre.
Para mí septiembre es como un precipicio por el que caigo sin echar la vista atrás, y que rápido, muy rápido, me lleva a diciembre y la Navidad. Me cuesta procesar la velocidad con la que termina el año y aún así me dejo llevar.
Pues si … “para ese que quedan dos o tres siglos”!