Tercer miércoles de noviembre. Increíble. Este mes está pasando a una velocidad desmesurada, es como si mi vida se hubiera acelerado: viaje familiar, ochenta cumpleaños de mi madre, boda de mi hermano, comprarme una casa... ¿Qué va a ser lo siguiente? En esta escalada de cosas buenas lo siguiente debería ser la prejubilación o un pellizco en la primitiva, pero la verdad es que me conformo con parar un poco y tener tiempo para hacer cosas tranquila.
Tercer miércoles del mes, tocan podcasts encadenados y hoy traigo muchísima mandanga buena.
Voy a empezar con dos podcasts que hablan de personas que a mí me dan bastante igual pero que por eso mismo me parecen dignos de traerlos a esta sección. No soy fan ni de El Loco de la Colina ni de Julio Iglesias, pero los dos proyectos, recientemente estrenados, dedicados a ellos y sus trayectorias profesionales me han tenido muy entretenida y he aprendido cosas.
En Hey! Un podcast sobre Julio Iglesias para hablar de otras cosas, de Radio Primavera Sound para RNE Audio, he aprendido, por ejemplo, que casi todo lo que conocía de oídas de la vida de Julio Iglesias es mentira. Vamos, que Julio es como Lola Flores y ha adornado muchísimo toda su peripecia vital. Además, lo ha hecho tan bien que todo ha quedado ya grabado en piedra.
Si estás pensando que a ti Julio Iglesias te da bastante igual, te confieso que a mí me pasa lo mismo, pero aún así he disfrutado bastante de este podcast que está basado en un libro del propio Hans Laguna. Una de las cosas más interesantes es que Laguna, principal narrador y guionista de Hey!, confiesa en el primer episodio (que funciona como un prólogo, a mi juicio excesivamente largo y repetitivo) cómo él sentía hacia Julio la misma indiferencia que me provoca a mí, y que fueron una serie de casualidades vitales y la escucha de esta canción la que le animó a bucear en su figura para conocerle como cantante y como persona. De ahí surgió casi una (sana) obsesión por entender cómo Julio Iglesias había triunfado en España y, sobre todo, cómo consiguió conquistar Estados Unidos.
En sus siete episodios el propio Hans y Johann Wald, en una narración a dos voces que funciona a ratos mejor y a ratos peor, recorren la vida de Julio Iglesias estableciendo un juego en el que Johann da la versión oficial de la vida del cantante y Hans la va desmontando por completo o puntualizando las cosas que son verdad y las que Julio se ha dedicado a adornar. Debo decir que esa narración a dos voces quiere funcionar, a veces, como un diálogo humorístico y aquí el podcast fracasa estrepitosamente porque no está bien guionizado y les falta ensayar unas cien o doscientas veces más. Otra de las cosas que no funciona es que el podcast no cumple con lo que dice su subtítulo, porque lo de «hablar de otras cosas» se hace poco o muy tangencialmente. Y, a veces, cuando se quiere hacer, como en el episodio dedicado a Julio Iglesias y el feminismo, el fracaso es tremendo.
A pesar de esto, el hilo se sigue con interés y yo por ejemplo he aprendido cosas como que cuando Julio tuvo su famoso accidente de tráfico volvía de las fiestas de Pozuelo, que no fue ese accidente el que le dejó casi paralítico sino una enfermedad posterior o que no acabó la carrera de Derecho hasta el año 2000 y en la Complutense le dejaron presentarse de manera oral. Quiero señalar como aciertos el trabajo de documentación de Laguna y su equipo, el acierto de incluir mensajes de audio con confesiones particulares de un montón de conocidos de Laguna explicando en breves mensajes de audio su amor, odio o indiferencia por Julio, además de las entrevistas a expertos, especialistas, su exmayordomo, algunos famosos como Bob Pop o su exmánager (a este último creo que le podían haber sacado más jugo). Mención especial a la sintonía que cumple a la perfección con ser pegadiza, identificar el podcast y ser característica del personaje.
Confieso que empecé con más pereza que otra cosa La colina del loco: la radio que inventó Quintero. Nunca fui fan de Jesús Quintero ni le seguí con interés. Le conocía porque he visto muchos fragmentos de sus famosas entrevistas televisivas. Sabía de sus silencios, de sus preguntas desconcertantes y del amor que sus fans le tenían, pero poco más.
No es una biografía de Quintero; no es una hagiografía de él ni de su personaje, El Loco de la Colina; no es un lamento por la radio perdida, esa que «ya no se hace como antes»; ... Ahora que estoy escribiendo esto me doy cuenta de que mientras lo escuchaba yo sonreía.
Sus seis episodios, escritos y narrados por Andrea Quintero, hija de Jesús, son temáticos, agrupando entrevistas e ideas en torno a un tema. El primero, por ejemplo, se titula El arte de la entrevista, y en él aprendemos que Quintero tenía en su despacho de su casa con vistas a la Giralda cientos y cientos de carpetillas que, como dice Andrea, «encerraban vidas». En esas carpetas el periodista andaluz recopilaba la información para esas entrevistas que se convirtieron en míticas y conseguían lo que él quería: verdad. «¿Se arrepiente de algo que haya dicho?», le oímos preguntar a Borges. «No, me arrepiento más de cosas que he escrito». «¿Tendrías un hijo conmigo?», le pregunta a Alaska. «¿Cómo es que te gustó el circo?», le dice a Bárbara Rey. En los sucesivos episodios van apareciendo más y más personajes sometidos a esos silencios tan bien construídos y a las preguntas que nadie les hacía y que les dejaban en muchas ocasiones bloqueados y obligados a decir la verdad, a mostrarse tal y como eran porque la mentira era imposible. Me lo he pasado bien escuchándolo, he disfrutado mucho de los fragmentos de entrevistas y, en ocasiones, me he reído a carcajadas: unas veces por el descubrimiento feliz de un personaje (maravilla, por ejemplo, la entrevista a Gabriel Celaya y su mujer Amparo hablando del amor y el matrimonio), y otras por el bochorno de escuchar algunas respuestas que le daban sus entrevistados cuando no sabían qué decir, cuando intentaban ponerse al mismo nivel de intensidad que Quintero y para ello empezaban a susurrar, a hablar más lento mientras, por ejemplo, decían: «A mí lo que más me gusta es coger conchas en la playa de Chipiona porque hay muchas playas en el mundo, y más bonitas… pero, ¡ay!, Chipiona...» con una voz como si estuviera, la pobre Rocío, descubriendo la pólvora.
El podcast funciona a la perfección: desde el título (muy bien elegido), pasando por la locución de Andrea, el guión (que avanza haciendo que el episodio se consuma en un suspiro) y el carrusel de grabaciones de las entrevistas; pero también las declaraciones de oyentes entregados a Quintero (como Ortega) o profesionales de la radio inspirados por él (como Julia Otero), amigos y, sobre todo, la entrañable presencia de su equipo: su documentalista Javier Andino, el diseñador de sonido Honorio Pinillos y su subdirectora Mercedes de Pablos que cuentan, por primera vez, los entresijos de la radio que hacía Quintero, de su magia.
Dale una oportunidad porque de verdad creo que te va a sorprender y mucho.
En inglés traigo una locura que he devorado el pasado fin de semana: Se llama Kill List y de lo que cuenta no me he recuperado aún. El narrador, el periodista británico de tecnología Carl Miller, recibe un día una comunicación de una de sus fuentes, un hacker, que le cuenta que ha encontrado en el deep/dark internet (los submundos de la red, para entendernos) una web en la que se puede encargar el asesinato de alguien. El hacker no solo ha encontrado la página, sino que ha bicheado y ha conseguido ver los mensajes que mandan usuarios encargando asesinatos y los pagos que hacen en criptomonedas cuando el administrador les acepta el pago. Para entendernos, la gente entra ahí y escribe: «Quiero encargar el asesinato de Mengánez y quiero que parezca un accidente» o «Quiero que Fulanita desaparezca y que nunca se encuentre su cadáver». Cosas así. Luego hacen pagos en criptomonedas y se quedan esperando a que el encargo se cumpla... pero no se cumple nunca porque resulta que la página es una estafa. Si hasta aquí te ha parecido loco y estás pensando: «¿Pero qué coj... estás contando?», que sepas que esto no es más que el principio de una historia que te tiene totalmente asombrado durante sus seis episodios. Si con esto no he conseguido que corras a escucharlo, te dejo otro gancho: uno de los casos tiene lugar en España.
En inglés también y con urgencia te conmino (creo que es la primera vez que escribo esta palabra) a que te pongas a escuchar ya The Good Whale. Es una producción de Serial y el New York Times escrita, producida y narrada por Daniel Alarcón. Sí, ese Daniel Alarcón: el de Radio Ambulante. Estoy en éxtasis con este podcast: es tan bonito, es tan especial, está tan bien hecho que quiero cogerte de las solapas de la chaqueta (seguro que no llevas chaqueta) y sacudirte para que te pongas a escucharlo ya porque, además, la nueva política de el New York Times es tener sus podcasts en abierto solo durante un tiempo para darlos a conocer y luego los pasa a muro de pago, así que tienes que escucharlo ahora o nunca.
¿Qué cuenta The Good Whale? Pues la historia de Keiko (la orca real que protagonizó una película que conoces de sobra, Liberad a Willy) desde que vivía en un parque acuático un poco cutre en Ciudad de México hasta que la llevan a Groenlandia e intentan liberarla de verdad, dejar que viva en el océano con otras orcas. ¿Tienen éxito en el empeño? Pues no te lo puedo decir porque es tal mi entusiasmo con este podcast que te lo estoy recomendando aún antes de haberlo terminado: me queda un episodio para saber cómo acaba.
Como en todas las producciones de Serial y el New York Times todo funciona. El guión está escrito con delicadeza y minuciosidad: todo lo que se cuenta es importante, nada sobra. Lloro al pensar en las horas y horas de edición y en las miles de versiones de cada guión que habrán hecho. Es un podcast que llama la atención porque la narración de Alarcón es claramente lo que más peso tiene, está intercalada con cortes a las entrevistas de las personas que estuvieron involucradas hace veinte años en toda la operación Free Keiko, pero hay poco más que distraiga de sus palabras. Me gusta eso. Hay muchos creadores que en seguida entran en pánico si tienen más de dos minutos de narración seguida, «es que eso es un tostón, la gente se va a aburrir». ¿Desde cuándo te aburres como oyente si lo que estás escuchando es interesante y está bien contado? En el New York Times no han tenido ese problema ni ese miedo y les aplaudo por ello. Mención aparte tiene la cover del podcast, la general y la de los episodios, que son de una belleza increíble. Qué amor al detalle, qué cuidado, qué mimo y que cantidad de dinero y de tiempo invierten en sus producciones. No te lo pierdas. Y en la web tienes las transcripciones para seguirlo sin problemas y material complementario como vídeos y demás.
Ahora mismo, cuando estoy escribiendo esto, han publicado dos episodios e irán publicando semanalmente el resto hasta llegar a los seis. Si eres suscriptor del New York Times (como yo) puedes escuchar ya la serie completa enganchando tu cuenta de usuario del periódico con Spotify o Apple Podcasts. Si no lo eres, no pasa nada: escucha de semana en semana, pero no lo dejes pasar. Si el inglés no es lo tuyo también puedes escuchar el primer episodio en español en el feed de Radio Ambulante.
Tenía más cosas apuntadas para recomendarte, pero lo voy a dejar aquí porque quiero que escuches estas cuatro. De verdad que no puedes perdértelas.
Como siempre aquí tienes la lista de Spotify con todas mis recomendaciones. Y si escuchas algo, ven a contármelo.
Por si no lo sabes, organizo un Club de Podcasts Encadenados solo para suscriptores. Nuestra próxima reunión por zoom es el domingo 15 de diciembre y tienes toda la información en este enlace. Si te haces suscriptor, además de acceso al club podrás entrar en el chat solo para suscriptores y recibirás una newsletter extra al mes. Si te haces socio fundador, además recibirás una carta manuscrita de mi parte y la serie de tarjetones que he diseñado para esos lectores más fieles. ¡Anímate!
Gracias Ana! Ya escuché el de Julio Iglesias y me sorprendió. El de Jesús Quintero me da más pereza pero te voy a hacer caso. Gracias siempre por tus recomendaciones.
Uffff Ana, se me hace bola la idea de un podcast con julio iglesias!!!