Ayer ayudé a ganar tres Ondas en la II Edición de los Premios Globales del Podcast. Así, sin despeinarme. Arsénico Caviar, el maravilloso podcast contra las cosas de Beatriz Serrano y Guillermo Alonso ha ganado el premio a mejor conversacional; El silenci de la Rambla, con Nil Barba, que hicimos el verano pasado por los cinco años de los terribles atentados en Cataluña, ha ganado el premio al mejor podcast en lengua cooficial; y Hoy en EL PAÍS ha ganado junto con el daily de eldiario.es y el de El Mundo el premio al podcast revelación. En todos ellos soy editora y, como la falsa modestia no sirve para nada, lo cuento aquí, que para eso es mi casa, porque estoy contentísima.
Al lío de lo que he escuchado este mes y vengo a recomendar porque es muchísimo.
Empezando por el final, mis últimos días han estado consumidos con la escucha de la última producción de Serial y The New York Times: The coldest case in Laramie. Durante el confinamiento, Kim Barker, periodista de investigación del periódico, estaba aburrida como una mona, así que se puso a brujulear por internet, a buscar información de un asesinato que ocurrió en su ciudad natal, Laramie, en los años 80. Para su sorpresa, después de casi cuarenta años, descubrió que en 2016 se había acusado a un antiguo policía del asesinato de Shelli Wiley y que meses después, en 2017, se retiraron los cargos. Como Kim tiene poco que hacer encerrada en su casa decide ponerse a hurgar en ese “cold case” para entender qué pasó con aquella chica asesinada cuando ella iba al instituto. Empiezas a escucharlo pensando que será un true crime potente, serio, con la garantía de calidad que todas las producciones de Serial tienen siempre. Y lo es, todo eso está ahí, pero además hay dos cosas que me han llamado la atención: la primera de ellas es el formato. Kim y su equipo de producción entrevistan a la familia de Shelli, a una amiga suya, a policías y, luego, cuando menos se lo esperan el abogado del policía acusado en 2016, les da acceso a todo el material del caso, a absolutamente todo. Hasta ese hallazgo (que ocurre en el episodio tres) casi toda la información nos la proporcionan los entrevistados, Kim apenas conduce el episodio. Después de bucear en todo ese contenido, su voz y su aportación van creciendo, dando así forma al hecho de haber encontrado la información y haberla estudiado con detenimiento. Esa mayor presencia de Kim permite que el podcast se despegue de ser un true crime para ir más allá, para reflexionar sobre cómo recordamos, cómo de poco confiable es nuestra memoria aunque estemos cien por cien seguros de nuestros recuerdos. Y ésa es la segunda cosa querría señalar: ese viaje a la sorpresa de una realidad que choca con los recuerdos lo hacen varios de los entrevistados y la propia Kim, que al comenzar el podcast describe Laramie como el sitio más desagradable y duro en el que ha estado nunca, diciendo incluso que es peor que Kabul, para terminar reconociendo que esos recuerdos que tenía del pueblo no se corresponden con la realidad. ¿Por qué ha estado toda su vida recordando de manera tan horrible su pueblo? ¿Cómo construyó ese recuerdo? The coldest case es un podcast muy serio, muy sobrio, sin artificio ninguno, lo he disfrutado muchísimo y me ha hecho preguntarme si mi magnífica memoria de la que siempre presumo me lleva engañando toda la vida. Para los que no habláis inglés con fluidez suficiente en la web de The New York Times hay transcripción de todos los episodios. De Serial, por cierto, he comentado ya varios proyectos: Serial, The improvement association, Nice White Parents y The Trojan Horse Affair. (Este último es un rollo, no lo escuchéis)
Hace un par de años dediqué un post entero a recomendar Under the influence, el podcast de Jo Piazza dedicado a Instagram, un proyecto que ella emprendió durante el postparto de su hijo para intentar entender esa red social en la que veía a madres influencers hacerse millonarias. Partiendo de esa curiosidad, Piazza realiza un estudio muy interesante y exhaustivo de esa red social, analizando las madres influencers, los profesores influencers, las enfermeras, todo ese mundo en el que todo parece bonito y fácil pero que disfraza una realidad muy diferente. Sigo recomendándolo muchísimo. Lo menciono ahora porque Piazza acaba de estrenar un nuevo podcast, She wants more, dedicado a la infidelidad femenina. En los últimos años el número de las mujeres que son infieles ha crecido un 40% y Piazza se pregunta si ese aumento es real o si lo que ocurre es que las mujeres ahora lo contamos. En mi opinión es más bien lo segundo: las mujeres han sido infieles siempre, pero antes contarlo podía llevarte al ostracismo, a la cárcel o a la muerte. Aunque estas cosas terribles siguen ocurriendo, ahora las mujeres (al menos las que entrevista Piazza) no tienen problema en contarlo. Por ahora se han publicado tres episodios, de los cuales he escuchado dos. En el primero, Nicky, una mujer casada a la que le calculo unos cuarenta más o menos, y emparejada con su marido desde que eran jovencitos, lleva unos doce años siéndole infiel. ¿Por qué? Porque se aburría. Nicky además es organizada porque se apuntó a una app de ligar y con todos los contactos que le llegaban montó ¡un excel! con varios campos para clasificar a los pretendientes y elegir los más convenientes. Seguro que hay gente que se escandalizaría por esto, pero a mí me admira ese nivel de organización. Nicky quiere, en principio, lo que no tienes en una relación después de diez o quince años: sexo divertido, interesante, pasional y sin complicaciones. «Pues yo llevo treinta y cinco con mi pareja y es igual que al principio». Mentira. Me parece fantástico que seas fiel pero no mientas con eso. Vuelvo al podcast: Nicky se embarca entonces en un maratón de citas de chuscar y se lo pasa en grande pero pero pero ¿qué pasa al final y todos vemos venir? Que Nicky se enamoraaaaa o, como dicen los americanos, «desarrolla sentimientos». Esto ocurre siempre: a Nicky le pasa varias veces, unas sale mal (obvio) y otras (una en concreto) parece que sale bien. Veremos. En el segundo episodio la infidelidad es diferente pero no voy a contarla, no voy a destripar todas las sorpresas. ¿Es un podcast interesante? Pues sí. No es, como podría parecer por mi relato, un podcast de confesiones al estilo de un programa de radio de madrugada. Piazza va más allá y analiza los tipos de infidelidades que hay y hace preguntas complicadas para entender a esas mujeres. No, para entenderlas no: parece que es que lo que hacen es incomprensible y que tiene que haber una explicación más allá del deseo, el aburrimiento, el enamoramiento o cualquier otra cosa para sus infidelidades y no se trata de eso. Piazza quiere saber cómo se sienten, cómo lo viven o lo vivieron, qué pensaron, quiere escucharlas. Y yo también.
Siguiendo un poco con este tema, en Death, Sex & Money, con Ana Sales, un podcast de entrevistas maravilloso, dedicaron en febrero un episodio a que la gente contara rollos de una noche. Me encantan estas historias porque casi todas son de «pues fui a no sé dónde, me encontré con fulanito o fulanita, nos caímos bien, hablamos, charlamos, la cosa fluyó, lo pasamos en grande y al día siguiente hasta luego»; son historias bastante felices, de recuerdos que te dejan una sonrisa en la boca y un cosquilleo en el estómago pensando: «madre mía, que locura». Y sí, hablo con conocimiento de causa aunque ninguno de los míos merecería contarlo en un podcast, ni siquiera en un post. Por cierto, y ahora que me acuerdo, de este podcast también escuché hace un par de meses cuatro episodios que dedicaron a contar distanciamientos con la familia provocados por la política, por razones personales, económicas, de temperamento. Las historias eran muy tristes, muy dolorosas para los que las contaban, y daba igual si ellos eran los que se separaron de sus seres queridos o amigos o los que expulsaron, por necesidad, a otras personas. Como siempre que escucho este tipo de testimonios me pregunto si en España podríamos hacer algo así y creo que no. Aquí nos cuesta la vida hablar de nuestros sentimientos con franqueza y más ante extraños. Somos todo hacia dentro y eso para muchas cosas es bastante malo, por ejemplo si se trata de conseguir testimonios para un podcast.
El país de los demonios es el podcast que tenéis que escuchar. Es la nueva producción de True Story para Spotify, en la que Álvaro de Cózar (que también ha ganado un Ondas a mejor podcast narrativo de no ficción con Los papeles que, si no habéis escuchado, estáis tardando) nos cuenta los tejemanejes del comisario Villarejo, descubiertos en 2017 cuando, en una operación puesta en marcha por unos jóvenes fiscales, salen a la luz miles de cintas con grabaciones realizadas durante más de treinta años a políticos, empresarios, jueces y periodistas, desvelando un entramado de corrupción nauseabundo y terrible. En otras producciones de Cózar, que es un gran periodista y un muy buen narrador, a mí siempre me sobraban efectos y músicas, me parecía que el horror vacui sonoro le llevaba a llenar el audio de sonidos que, más que enriquecer, distraían y molestaban. No hay nada de eso en El país de los demonios. El guión es brillante, Álvaro lo narra con solvencia, acompañándote para que no te pierdas en el entramado de nombres y chanchullos, y además cuenta con el fiscal Ignacio Stampa, un narrador fabuloso que lo cuenta todo con solvencia, claridad y emoción cuando hace falta. Me gusta todo de este podcast, todo. Mención especial para la cover con un cuadro de Juan Genovés de 1976, Tribunal de Orden Público, otro gran acierto. Por cierto: para conocer la trayectoria de Villarejo desde que nació recomiendo V Las cloacas del estado, también de Álvaro de Cózar.
«Nuestras casas saben bien cómo somos». Este verso de Juan Ramón Jiménez que escuché a Anatxu Zabalbeascoa decir en esta entrevista con Aimar Bretos me hizo sacar la libreta y apuntarlo. Esto no es propiamente un podcast, pero quería traerlo aquí para no olvidarlo y porque escuchar a Anatxu es siempre un placer. Viendo Instagram y la locura de la decoración absurda creo que muchas casas saben que sus moradores son gilipollas.
¿Qué más? En mis noches de insomnio he escuchado The turning: the sister who left , un podcast interesantísimo sobre la congregación de las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa. ¿Es una crítica a la Madre Teresa y toda su obra? A todo no, pero sí a mucho. A través de los testimonios de ex monjas que se salieron de la congregación tras veinte o treinta años en ella (teniendo, algunas, trato directo con la Madre Teresa) se descubre el funcionamiento de la congregación, los abusos, la política de silencio y mil y un horrores más. Además (y esto es fascinante) cuentan cómo el descubrimiento de las cartas de la Madre Teresa tras su muerte (unas cartas que ella quería que se hubieran quemado) sacó a la luz la crisis de fe que la propia Madre Teresa tuvo durante ¡cuarenta años! Quiero dejar claro que no es un ataque a la Iglesia Católica sin fundamento y metiendo a todo el mundo en el mismo saco: es una historia llena de testimonios de ex monjas que lo vivieron desde dentro y que muestran mucho valor para contar ese viaje interior desde la fe y la devoción más absoluta hasta, en algunos casos, el más completo de los desencantos y el ateísmo. Las dos hosts, que son hermanas, son muy serias y el podcast es estupendo. Ahora han sacado una segunda temporada que cuenta los intríngulis del ballet de Nueva York, pero aún no la he escuchado: seguiré informando.
Love Janessa es otro de esos podcasts que cuentan historias de catfish. Historias de falsos romances online en los que hay un enamorado al que engañan con promesas de amor infinito y verdadero durante meses o años en los que él o ella acaban siempre mandando pasta a alguien a quien no han visto nunca y que en realidad no existe. Este podcast trata de encontrar a Janessa Brasil, una actriz brasileña cuyas fotos son las más usadas para este tipo de estafas. He alucinado al saber que estas estafas se organizan, la mayor parte de ellas, desde Ghana. Allí están los Sakawa Boys: grupos organizados que trabajan siguiendo un manual, parecido al de los teleoperadores de cualquier empresa de marketing, para saber qué hacer en cada paso del engaño a sus víctimas. Increíble todo y, lo más, la gente engañada que sigue empeñada en que su amor es «verdadero».
Dos cosas breves para terminar y dar un premio a los cuatro lectores que hayan conseguido llegar al final:
Point of egress: este episodio de Love & Radio escuchado en otra noche de insomnio brutal me flipó. Y sí, flipar es la palabra, aunque me haga parecer una loca trasnochada. No puedo contar nada porque lo destriparía, pero lo compartí en Instagram y hubo muchas reacciones.
Un buen podcast conversacional británico siempre es buena idea. Si, además, es de historiadores desmontando ideas no se puede pedir más. The rest is history es ese podcast y este episodio desmontando las ideas falsas que Downton Abbey ha metido en la cabeza de medio mundo es genial. The real Downton Abbey.
Por hoy es suficiente. Si escucháis algo de todo esto, venid a contármelo. En la parte de arriba de Cosas que (me) pasan he dejado enlazada una lista de Spotify con los podcasts que aparecen en esta sección.
Yo he llegado hasta el final, como todas tus newsletters. Me encantan!! Y las de los podcast encadenados las espero con ganas ;) al igual que muchas seguidoras alucino con el tiempo que tienes para escuchar.
Por cierto, he sido incapaz de encontrar el link a la play list de spotify (molaria tenerla en pocket cast ;) )
Me fascina encontrar gente que esté todo el tiempo posible escuchando podcast, siento que no estoy loca. El problema es que siempre me descubren alguno nuevo y se alarga mi lista 😬 gracias!