En mayo han pasado muchísimas cosas. Tantas y tan inesperadas que solo me ha dado tiempo, y a duras penas, a leer un par de libros. No ha habido tiempo, ni energía, ni huecos libres. Todo ha sido un continuo correr, apagar fuegos, atender llamadas, encontrar soluciones a última hora y lidiar con el tobogán de emociones. Sinceramente, me parece milagroso haber llegado hasta aquí sin haber tomado pastillas. Ni drogarme. Ni emborracharme. Como dice el abuelo de Bianca Giaever, del podcast Nightwalking, que reescuché la semana pasada para el club de escucha:
Life is really a series of random events. So that´s it.
La vida es en realidad una serie de acontecimientos aleatorios. Y ya está.
Así que me he ceñido a esa idea para no agobiarme en exceso... y ha ido bien, pero tiempo para leer, poco. Intentaré ser breve.
Como estoy vendiendo mi casa de Madrid, he pasado los dos últimos meses mirando las estanterías, los armarios, los cajones y pensando: quizá debería ponerme a tirar cosas, a vender otras, a embalar las que queden. Por supuesto no he hecho nada de eso, pero esa nueva mirada sobre mi cotidianeidad me ha llevado a ver todo de otra manera. Por ejemplo, he descubierto en mis estanterías libros que no sé de dónde han salido ni cómo han llegado hasta ahí. Uno de ellos es El insólito peregrinaje de Harold Fry, de Rachel Joyce. Lo vi, lo abrí para ver si había algo escrito en la primera página, para ver si era mío o de G, si alguien me lo había regalado pero no encontré nada. Decidí leerlo por ver si a través de su lectura conseguía adivinar su procedencia.
Es una novelita entretenida, fácil, sencilla, que cuenta una historia. Mi amiga Di dice siempre que a ella la trama no le interesa, que quiere personajes, situaciones, conflictos, ideas. Esta novela no es para ella, pero sí es para el que quiera pasar un rato sin pretensiones.
¿Qué cuenta Rachel Joyce? La historia de Harold Fry, un aburrido jubilado inglés que vive, con su mujer, en una casa adosada parecida a otras miles casas adosadas. Su vida no tiene ningún interés ni siquiera para él mismo. Un buen día recibe una carta de una antigua compañera de trabajo que le anuncia que se está muriendo de cáncer en la otra punta del país. Harold vive en el sur de Inglaterra, Queenie Hennessy está internada en Escocia. Esa carta, lo que cuenta y como lo cuenta, suelta en Harold un resorte que le empuja a contestar la carta y salir a la calle ¡caminando! para enviarla enseguida. Esos primeros pasos no pararán al llegar al buzón. Harold Fry decide seguir caminando, no parar en el buzón, ni en la siguiente oficina de correos, ni en el siguiente pueblo, decide que caminará hasta Escocia.
Camina, conoce gente, cuenta su historia. Unos le dicen que está loco, otros le ayudan, otros le dan ropa o tiritas o comida. Así, poco a poco, Harold se convierte en un Forrest Gump británico, que reflexiona sobre su vida y las decisiones erróneas que le llevaron a ese camino. Como he dicho, es una novelita fácil, entretenida, sin pretensiones. Está bien escrita, no agrede ni provoca vergüenza ajena, no intenta ser intensa sin necesidad y tiene reflexiones interesantes sobre la pareja. Si quieres algo para la tumbona esto es un acierto seguro.
«Una vez más, abandonó la cabina telefónica deseando lograr que su esposa lo entendiera. Pero ambos llevaban años instalados en un lugar en que el lenguaje carecía de significado. Ella no tenía más que mirarlo para verse arrastrada al pasado. El intercambio de palabras intrascendentes los mantenía a salvo. Planeaban sobre la superficie de lo que nunca podrían decirse porque eso era inimaginable y ellos jamás cruzarían esa línea»
Sigo sin saber cómo llegó este libro a nuestro piso. Lo volví a dejar en la estantería.
Tampoco sé cómo llegó La calle de Valverde, de Max Aub, a nuestra casa. Lo que sí sé es que es uno de los libros favoritos de mi hermano Gonzalo desde hace muchos años, más de veinte. Dentro está firmado por mi madre y en la última página hay apuntadas cuatro cosas: “Zapatillas casa (Tigres), Pijama-camison, Joyero, cinturón negro oficina”. No sé muy bien qué significa esta lista ¿serían regalos para alguien? ¿una lista de cosas a llevar a un vieaj? Es extranísimo y, además, esto constituye una anomalía en la manera en que lee mi madre que ni dobla esquinas, ni apunta ni, por supuesto, subraya o escribe los libros.
A pesar de llevar años conociendo la existencia de La calle de Valverde, y hasta su lugar exacto en la estantería del despacho de mi madre, no tenía planeado leerlo. Un día, en mayo, coincidí con mi hermano en esa habitación, revisando las estanterías para ver qué podíamos leer. Yo le dí La ciudad y los perros, de Vargas Llosa (que planeo releer cuando lo devuelva) y él me dió La calle de Valverde.
«Una inmensa casa de huéspedes en la que se albergan jóvenes que hacen oposiciones y viejos que las hicieron. Lo demás es teatro»
Así describe Madrid uno de los innumerables personajes de esta novela. Publicada en 1961, retrata el Madrid de la Dictadura de Primo de Rivera en 1926 y 1927. Leyéndola me imaginaba un plano de Madrid, las calles de la capital, concretamente de la zona que va desde la Glorieta de Bilbao hasta Atocha, como límites, y que tiene su epicentro en Gran Vía, Callao, la Puerta del Sol, la plaza de Oriente. En esta novela Max Aub sobrevuela Madrid a vista de pájaro y, de vez en cuando, desciende como un halcón hacia su presa, un determinado personaje que camina por una de sus calles y al que sigue durante un tiempo, el que él decide. El lector conoce entonces su nombre, su apellido, quiénes eran sus padres, cómo llegó a Madrid, qué sueños quiere cumplir en la capital, las mentiras que cuenta, las que se hace creer a sí mismo, sus amistades, sus amoríos y los paseos que da por esas calles de Madrid en las que se cruzará con otro personaje al que Max Aub también retratará durante otro rato. Hay innumerables personajes, al principio todo parece un poco caótico, pero poco a poco, y estando atento, se percibe la tela de araña que el autor va dibujando. Todos los personajes (periodistas, estudiantes, profesores, pintores, anticuarios, porteros, tipógrafos, farmacéuticos, escritores, políticos, jueces) están conectados entre ellos con unos hilos tan fuertes como los que teje la araña. Aparecen mujeres, muchas... pero todas ellas están a merced de un hombre: de uno al que quieren, de uno al que anhelan, de uno al que detestan o uno que las adora o las desprecia.
Leyendo La calle de Valverde he pensado en La colmena, de Camilo José Cela, y La vida instrucciones de uso, de Georges Perec. Novelas ambiciosas y con un enfoque casi enciclopédico. Novelas que pretenden contar la vida como si en vez de inventándosela la estuvieran, simplemente, documentando. Tanto en La colmena como en La calle de Valverde, Madrid es un escenario, el paisaje en el que transcurre todo lo demás. Madrid también como personaje. Y, en aquel entonces, como lugar de peregrinaje al que se llegaba para cumplir un sueño, un proyecto, para ser lo que en «provincias»no podías ser. Eso ya no ocurre en Madrid, de hecho dudo mucho que nunca fuera así… pero ahora a la capital se le ha caído el disfraz y ya no puede ocultar que es una ciudad hostil, desagradable e imposible. Creo que ahora el que llega a Madrid lo hace para acabar con la falsa ilusión de que aquí estará mejor y volver a su ciudad, pueblo o país con el convencimiento de que allí está mejor.
Me gustaría mencionar también que me ha llamado la atención lo muchísimo que aparece el sexo como motor vital de todos los protagonistas de Aub.
«El romanticismo con sol, no pasa de folklore. Bueno, todo esto son tonterías. Valle-Inclán es romántico porque es gallego. Lo cual no quiere decir que todos los gallegos sean románticos. No me lo parecen los tenderos de la calle Real, ni los pescadores. El mar, sí, de por sí. Por lo menos el Atlántico. Supongo que el Mediterráneo es otra cosa, aquí lo desprecian bastante»
De vez en cuando hay que volver a los clásicos.
«Aquí, lo único libre es el miedo. O el respeto, si quieres. Nadie se atreve a escribir lo que dice, ni a decir lo que piensa»
Esta frase la podría haber metido en el texto sobre las reuniones de trabajo.
Y esto ha sido todo. Este mes he sido breve. ¿Has leído algo de lo que recomendé el mes pasado? ¿O algo de lo de este mes? Hay que ir pensando en lo que leeremos en vacaciones. No se puede dejar para el último momento... Es un tema serio.
Veremos qué sucesos aleatorios me ocurren en junio y cuánto me da tiempo a leer.
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Yo leí recientemente Como Un Cielo en Nosotros, de Jakuta Alikavazovic, y se lo estoy recomendando / regalando a todo el mundo. Tengo pendiente a Aub, gracias por compartir tus lecturas!
jajaja "no me interesa la trama"... lo q me interesa es la forma: si me lo cuentan muy bonito, cualquier contenido es bienvenido. Y tb lo q dices, así q si una novela tiene las tres cosas (forma + ideas + trama), buah! gloria pura.
No he leído a Aub, un pendiente.
Y sobre "Life is really a series of random events. So that´s it.", justo estoy intentando digerir/resumir el último de Sapolsky ahora y es justo eso: no hay sentido, no hay meaning, solo hay buena o mala suerte. Da vértigo, pero yo tb creo q es así.
hugs