Hoy miércoles 2 de julio estamos justo en la mitad del año 2025. Es el día 182. Un dato curioso pero que no sirve para nada. Como mucho para hacer balance: 182 días, 6 meses, 18 libros. 3 al mes. ¿A quién le importa esto? A nadie. Ni siquiera a mi.
Al lío.
«Mi padre era jardinero. Ahora es jardín»
Con esta frase empieza la que ha sido la mejor lectura de estos 182 días. A principios de junio fui a la presentación de Refugio, de Eva Morell y mientras brujuleaba por la librería, esperando a que empezara, encontré El jardinero y la muerte de Gueorgi Gospodinov. En su día leí Física de la tristeza que me encantó y Novela natural que me gustó menos pero que, aún así, me pareció una lectura más que interesante. Quería volver a él y ¡madre mía! Vaya regreso.
«Aparte de todo lo demás, mi padre lograba convertir cada terreno en un jardín, cada casa en un hogar. Esa es una maña especial. Cada piso de alquiler al que nos mudábamos, y nos mudábamos a menudo, quién sabe por qué, siempre acababa volviéndose hogareño. Por eso ahora, me siento sin hogar. Nunca olvidaré cómo se las apañaba incluso para transportar su jardín con nosotros. Desenterraba con cuidado los bulbos de los jacintos, los narcisos y las linarias, de las peonías, los tulipanes, tenia unos tulipanes favoritos, holandeses, de color azul oscuro, de los que jamás se separó y que volvía a plantar en cada jardín de cada nuevo hogar. Me pregunto si las flores no son realmente los periscopios secretos de los muertos que yacen bajo ellas observando el mundo a través de sus tallos.»
Este breve ensayo que Gospodinov escribió después de la muerte de su padre aunque empezó a tomar notas durante sus últimos meses, esprecioso. Muy triste pero de una impresionante belleza. Me gustan los libros sobre el duelo, siempre me han resultado reconfortantes, como una manta vieja en el brazo del sofá con la que te tapas cuando tienes frío o estás triste o quieres chocolate y no tienes en casa. Gospodinov habla del duelo y también retrata la muerte. Consigue ser poético, tierno, llenar cada palabra de sensibilidad, evitar la cursilería. Cuando es necesario no evita la crudeza de las miserias de la muerte para no convertir la agonía en una publicación de instagram. Es un libro que define la tristeza reconfortante, la bonita, la que se acepta como inevitable y se navega. Y es también un ensayo sobre los lugares, sobre las casas. En una época en la que cada vez es más difícil tener una casa, un hogar, un techo bajo el que saber que estás a salvo, me ha parecido un bonito homenaje a cualquier espacio que nos hace sentir seguros.
«Pienso en la última vez que estuve aquí, en la casa del pueblo, cuando él aún vivía, fue hace solo dos meses y pico, en octubre. Las últimas rosas estaban echando flores. Las dalias junto a la valla ganaban altura y mi padre las señalaba orgulloso, dos meses después algunas de ellas yacerían sobre su tumba. Camino ahora por el patio de diciembre y veo que las primeras señales de abandono empiezan a notarse. Las púas del pino ruedan por la veranda, unas hojas antiguas se pudren en el rincón (él no lo habría permitido). No solo las personas no pueden vivir sin las casas; las casas tampoco pueden vivir sin sus personas»
No quiero contar mucho más porque cualquier cosa que diga sería poco. Para mí , El jardinero y la muerte es un libro imprescindible para entender la muerte, el luto y también, y ,sobre todo, para entender quienes son nuestros padres y cómo los vemos. Dos cosas que no son iguales y que muchas veces olvidamos.
He doblado muchas esquinas y copiado muchos fragmentos. Entre ellos, este:
«Nunca volvemos a sentirnos tan seguros como en brazos de nuestros padres»
Algo así intenté explicar yo cuando escribí sobre una foto con mi padre.
Soy consciente de que últimamente digo mucho esto pero: no tengo ni idea de cómo llegó Un verano sofocante. Escenas de la vida literaria londinenses en 1846 de Alethea Hayter a mis estanterías. Seguro que no lo compré y me extrañaría mucho que alguien me lo hubiera dejado así que la única opción es que alguien me lo enviara. ¿Quién? Ni idea.
Este ensayo comienza el 18 de junio de 1846. Es una semana de calor sofocante en el Londres victoriano, con más de 35º grados que tienen a los ingleses lamentándose por las esquinas y parapetados tras sus contraventanas. (Me los imagino con aquellas ropas pesadas y me da urticaria solo de pensarlo). El hilo conductor de esta biografía grupal son los últimos días de vida de Benjamin Robert Haydon, un pintor de personajes históricos, no muy conocido hoy en día, cuyas obras se pueden ver, por ejemplo, en la National Gallery. A partir de sus últimos pasos antes de suicidarse, acuciado por las deudas y sufriendo de lo que él considera un menosprecio por su obra, Hayter reconstruye la vida social de una serie de personajes de la vida literaria, artística, cultural y política de la sociedad inglesa de aquella época. Aparecen Keats, Dickens, la poeta Elizabet Barrett, el poeta Robert Brownie, el matrimonio Carlyle, Talleyrand, Woodsworth, el primer ministro Peel.
Como fotografía escrita de una época y de un grupo social este ensayo es impresionante por su viveza, su intensidad, su rapidez y la acumulación de pequeños detalles contados con mucha agudeza. Cada dato está extraído de los diarios o de las cartas de todos estos personajes. En aquella época la correspondencia era una actividad habitual, dedicaban horas del día a escribir cartas cuyos destinatarios recibían a lo largo del día y respondían. Era un intercambio frenético.
A pesar de que en ciertos momentos me ha resultado un poco soporífero, como el calor que les afligía, me han gustado especialmente los apuntes sobre el carácter de las mujeres, sus aspiraciones y las limitaciones a las que estaban sometidas en la sociedad victoriana.
He doblado pocas esquinas pero me quedo con esta. En un determinado momento, Haydon le pregunta a su amiga Elizabeth Barrett qué opina de la autobiografía que ha escrito y ella le contesta que admira el estilo con el que estaba escrita que «si bien no es correcto y clásico, es siempre característico y vivaz». Me gusta pensar que mi estilo también es así. De andar por casa.
Este os lo podéis ahorrar si no sois muy fans de lo victoriano.
En la sesión del club de Podcasts Encadenados de mayo hablamos sobre Forever is a long time de Ian Coss, un podcast sobre divorcios y relaciones. Por esa sesión y algún artículo que encontré por ahí pensé que, si tuviera tiempo, me gustaría hacer un podcast sobre divorcios. Es una idea que estoy madurando pero pensé en empezar por documentarme. Hice una lista de lecturas relacionadas y al día siguiente, en una librería en Londres, encontré uno de los libros que había anotado: Liars de Sarah Manguso.
«Inflicting abuse isn't the hard part. Controlling the narrative is the main job»
Liars viene descrito en la contra como una crónica de un matrimonio que primero es oro y luego se convierte en polvo. En mi opinión nunca es oro. Desde el primer momento él, John, es un parásito egocéntrico y manipulador y ella, Jane (es curioso como su nombre aparece una sola vez y solo en la última parte del libro) pelea por la relación, por sacarla adelante, pensando que más adelante, que en unos días, en unas semanas, en unos meses, cuando se solucione tal o cual problema, cuando ella no esté tan cansada, cuando el niño sea mayor, si ella se esfuerza, todo será como tiene que ser: un matrimonio bonito y satisfactorio.
«A wedding vow is a mind game. You have to guess whether the person currently on y his best behaviour will someday value your physical, emotional, and financial health above the convenience of being able to just break the contract»
Escrito en primera persona, el lector recorre la relación desde el punto de vista de Jane que es escritora sin tiempo para escribir. Ellatoma notas, breves, de su día a día. Unas veces retrata cotidianidades como las gestiones administrativas que realiza, las labores de la casa que absorben su tiempo. Otras veces anota sensaciones y otras, peleas, discusiones o desilusiones. Ninguna de las anotaciones tiene más de diez renglones con lo que la sensación al leer es de acumulación. Es una gota y otra gota y otra gota que, en un primer momento, puede parecer poco importantes pero que al acumularse colman el vaso. Es un libro duro, amargo, y que contiene reflexiones sobre el matrimonio que, aunque no hayas estado casada con un cabrón con pintas, te van a resonar aunque no quieras reconocerlo.
«I was in charge of everything and in control of nothing»
Te recomiendo Liars si te gustan las autopsias de relaciones y estás dispuesto a reflexionar sobre tus propias relaciones.
He empezado julio devorando una novedad que, por una de esas casualidades de la vida, encadena perfectamente con Liars. Veremos como salgo de esa lectura. En un mes te lo cuento
Como parece que te gusta leer Cosas que (me) pasan me animo a preguntarte si has pensando en suscribirte. Si te suscribes hoy, tienes una semana gratis para probarlo todo y ver si te merece la pena. Me encantaría que lo hicieras y te lo agradecería infinito. Tendrías acceso a la newsletter extra del último domingo del mes, al club de escucha y al chat. Si, además, te haces miembro fundador, piénsalo ¿cuándo has sido fundador de algo?, hasta recibirás una carta manuscrita y varias tarjetas necesarias para tu vida con frases como “Me quiero ir a casa a leer” o “Desde tan abajo no explico”. ¿Cuándo fue la última vez que abriste el buzón y había una carta para ti?
La próxima sesión del Club de Escucha, la última del curso, es el domingo 13 de julio. No te la pierdas, merece mucho la pena.
"En una época en la que cada vez es más difícil tener una casa, un hogar, un techo bajo el que saber que estás a salvo,"
¡Qué razón tienes!
😘
Lo poco que he leído de la editorial Impedimenta me ha gustado mucho. Y además encuadernan bien y con buen papel. Éste me lo apunto para 2026 o 2027 😂que no doy a basto con todo lo que tengo pendiente. 😊