Empezar vacaciones es como hacer planes para estrenar una vida. ¡Qué digo! Es mejor. Es una vida nueva, a estrenar, pero con fecha de caducidad para que no te entre el síndrome del agobio del «para siempre», como pasa con una librería de obra, un tatuaje o un matrimonio. Unas vacaciones de verdad tienen que durar idealmente cuatro semanas o, como mínimo, tres. Menos no son vacaciones, es una pausa necesaria, pero en menos de tres semanas no te da tiempo a separarte tanto de tu vida real. Con tres o cuatro semanas llegas a un punto en el que tu cerebro se niega a acordarse de eso que, laboralmente, te quitaba el sueño antes de cogerte vacaciones y ni se plantea preocuparse por lo que vendrá cuando se te acabe este desvío de tu vida real.
Cuando mis hijas eran pequeñas nunca conseguía tener esta sensación porque mi vida de vacaciones compartía demasiadas obligaciones con mi vida normal: cuidar, cocinar, preocuparme, acarrear, plegarme a sus horarios, a las rutinas de la maternidad. Era otra cosa, ni mejor ni peor pero diferente. La sensación que tengo hoy de estrenar vida, de tener días, horas, minutos a mi disposición, de mirar casi babeando la pila de libros que tengo preparada, las páginas en blanco para escribir este cuaderno de viaje en el que me he propuesto retratar este mes de agosto que me hace tantísima ilusión, es de felicidad total. Estoy tan emocionada como una niña pequeña. No, lo estoy más. Cuando era pequeña la ilusión se pasaba rápido y enseguida la rutina veraniega amortiguaba la sensación de vacaciones, me acostumbraba tan rápido a ese ocio sin colegio que no lo valoraba. Ahora no, ahora voy a valorar cada uno de los 41760 minutos que voy a estar de vacaciones.
41760 minutos. En vacaciones no tengo que cocinar, ni cuidar a nadie, ni por supuesto trabajar. Escribo esto el 2 de agosto, viernes; el viernes más viernes del año. Un viernes que es una rampa hacia ese simulacro de vida que me gustaría habitar permanentemente: muchos libros, poca ropa, sin correos ni urgencias. Voy a aferrarme a cada minuto de esos 41760 porque de quien consiga ser en esos minutos... tendré que nutrirme para soportar el último trimestre del año.
Mi propósito de este mes es habitar cada uno de esos 41760 minutos y escribir un cuaderno de vacaciones.
Gracias por leerme. Creo que te gusta leer Cosas que (me) pasan. ¿Sabes que puedes suscribirte para apoyar lo que hago, recibir el contenido extra y participar en El club de Podcasts encadenados y en el chat? Me encantaría que lo hicieras y te lo agradecería infinito. Si, además, te haces miembro fundador, piénsalo ¿cuándo has sido fundador de algo?, hasta te recibirás una carta manuscrita. ¿Cuándo fue la última vez que abriste el buzón y había una carta para ti?
Merece tanto la pena leerte, sentir a través de tus escritos. Darte la razón y querer tomar más conciencia de cada minuto de vida, sean o no vacaciones. Vivir, en fin, menos en piloto automático. Feliz cuaderno, feliz verano 😘
También saliendo por fin hoy de vacaciones. Mi viernes fue como un domingo horroroso: la acumulación de finiquitar lo imprescindible del trabajo y terminar todos los preparativos del viaje y equipaje con rol doble de madre y agente de viajes… No sé si tres semanas van a ser suficientes este año… Inspirar… expirar…