En 2024 alcancé mi mayor éxito en Instagram con este comentario: «Instagram se creó para este vídeo. Ya pueden cerrarlo. MARAVILLA», que dejé en un vídeo de El Comidista. A día de hoy, acumula 1152 «me gusta». No sé qué me sorprende más, si que eso sea lo mejor que he hecho en Instagram en este año (tampoco me esfuerzo mucho) o que haya 1152 personas que leen los comentarios. Por sorpresa, en noviembre, me compré la casa de mis sueños. Si siempre he sido, como dice Juan, un tobogán emocional con subidas y bajadas de una montaña rusa, la compra de la casa me ha sumido en un estado en el que alterno la euforia y alegría más extremas por la suerte inmensa que he tenido al encontrar esa casa con la más absoluta de las desolaciones porque no sé de dónde voy a sacar el dinero para la reforma. Estuve treinta y un días en Cicely en primavera, verano y otoño, subí un pico de 2763 metros, leí 43 libros y, según Pocket Casts, estuve escuchando podcasts 24 días que me dieron para escuchar 293 programas diferentes y 1282 episodios. En 2024 monté El Club de Podcasts Encadenados y todavía no me puedo creer el éxito que ha sido y lo bien que me lo paso haciéndolo. En 2024 celebramos los ochenta años de mi madre y la boda de mi hermano pequeño, estuve en Gredos, celebré mi cumpleaños en Ávila y en Londres hablé de podcasts y me tomé el peor té de mi vida con dos mega ejecutivos de Apple a los que, por supuesto, les pegué una turra mítica sobre podcasts. También estuve en Roma y comí en el restaurante donde cenó por última vez, la noche que le mataron, Pier Paolo Pasolini. Estuve también en Múnich, una de las noches cené pato con Natalia de Santiago y la otra cené en una cervecería del centro de la ciudad sentada en una mesa que era casi como un chiste: una española, una croata, una alemana, tres noruegos, dos franceses y un belga. Un trío bávaro de señores con barba que sumaban entre los tres quinientos años me agasajó con un «Que viva España» del que todavía no me he repuesto. En 2024 me convertí en una madre cuyas dos hijas tienen carnet de conducir, otro check marcado en la lista de tareas maternales que voy dejando atrás. Me quedan: consolar una ruptura sentimental, ayudarlas en su primera mudanza, ayudarlas con su primer hijo si es que tienen hijos y sentirme muy orgullosa de ellas cuando acaben la carrera y consigan su primer trabajo. En 2024 volví a ver a Bruce en concierto por decimosexta vez y fue tan increíble como la primera. Todavía se me saltan las lágrimas al acordarme. Fui con mis hijas y fue un momento mágico. Bruce no se acaba nunca. En 2024 me llamaron «Dear Reina de los Podcasts Ribera» y me pareció un título adecuado y en El Corte Inglés me robaron 799€ porque tuvieron un fallo de seguridad informática que permitió que alguien accediera a mi cuenta y se comprara un aspirador Dyson. También ha sido el año en que más reclamaciones he puesto y no he terminado aún: El Corte Inglés no sabe que yo soy, como dice mi hermano de mí, «un martillo pilón» y que cuando empiezo algo lo termino, aunque me cueste la vida. En 2024 empecé a escribir Cuadernos de Vacaciones y descubrí que es más fácil escribir cada día que solo una vez a la semana. En 2024 lancé la suscripción de pago y cuando estoy escribiendo esto hay 280 personas a las que les ha parecido buena idea sumarse a este plan. Son, por supuesto, mis 280 personas más favoritas. En 2024 comí en un restaurante que acaba de ser galardonado con una estrella Michelín y me gustó regular... Una pena, porque antes me encantaba. Volvimos a Francia y me compré una tetera que ahora me acompaña en todos mis desayunos, doce platos por seis euros, dos cuencos, un despertador rojo que hace tic tac, una americana y un vestido de cuadros rojos y blancos que no me ha dado tiempo a estrenar. Volví a la fiesta de Juan y conocí a Jacobo. Me compré unas pesas de cinco kilos y un ladrillo de yoga, hice pizza de calabaza, cebolla caramelizada y crema de coliflor al curry y me compré tres pares de vaqueros de segunda mano. En 2024 estuve tres meses sin regla y empecé a tener sofocos. Ya se me han pasado. Disfruté muchísimo Emilia Pérez, me reencontré con Vincent Lindon en Sangre y dinero y volví a pensar que Carolina de Mónaco fue imbécil al dejarle por Ernesto de Hannover. Terminé de ver Doctor en Alaska, volví a empezar las Gilmore Girls para consolarme de la victoria de Trump y vi auténticos truños aclamados por la crítica como La pareja perfecta, Secretos de un escándalo o Los años nuevos. En 2024 tuve diarrea explosiva durante el cumpleaños de mi hija («Ana, nunca te había visto correr tan rápido»). En 2024 conocí a un señor de 102 años, Don Emilio, el hombre que me vendió la casa de mis sueños. En 2024 lloré de alegría y emoción mucho más que de tristeza o pena y me esforcé muchísimo para no alejarme ni un milímetro de una verdad que hace la vida muchísimo más fácil: ningún problema laboral es un problema. En 2024 mi canción más escuchada ha sido ésta y mi gran descubrimiento fue esta otra. En 2024 descubrí a Sergi Pàmies, conocí a Miqui Otero y empecé a escribir un cuaderno nuevo con lo que espero sea mi próximo libro. En 2024 muchos días me pinté los labios de rojo y a 2025 solo le pido aprender a pintármelos bien, salir de la oficina todos los días a las cinco y media y que, dentro de un año, en mi resumen anual pueda escribir «empecé la reforma de Orbela».
Creo que te gusta leer Cosas que (me) pasan. ¿Has pensando en suscribirte? Me encantaría que lo hicieras y te lo agradecería infinito. Tendrías acceso a este despelleje y a todos los demás, al club de escucha y al chat. La próxima sesión del club es el 19 de enero y en el chat estoy compartiendo cosas de Orbela. Si, además, te haces miembro fundador, piénsalo ¿cuándo has sido fundador de algo?, hasta recibirás una carta manuscrita y varias tarjetas necesarias para tu vida con frases como “Me quiero ir a casa a leer” o “Desde tan abajo no explico”. ¿Cuándo fue la última vez que abriste el buzón y había una carta para ti?
Hoy has jugado de maravilla con mi problema de atención. He dado al enlace, he terminado en tu comentario. Por supuesto, he tenido que ver el vídeo de El Comidista, y después me he puesto a leer el resto de comentarios (para ver qué competencia tenías). Después me he quedado 5 minutejos atrapado en Instagram (viendo si ya te seguía o no) y me he percatado de que Instagram me recomendaba seguir a otra gente que conozco. He terminado viendo otro par de perfiles hasta que me he dado cuenta de que tenía algo pendiente.
Luego ya he conseguido terminar de leerte (ha sido un buen año) y me he visto en la obligación de contarlo en comentarios. A ver si llego yo aquí a 1.200 likes #RETO.
Desde q dejé IG me siento como una ciudadana ejemplar por no perder el tiempo scrolling down esa patatafrita, pero al reíme con esto q has enlazado del Comidista me recuerda q , de ciento a viento, te pierdes algo bueno. Por lo q amablemente sugiero q, como nueva labor social de la newsletter, nos podríás hacer una selección al mes, un "IG encadenados" o así...
Yo escucho a Miki Otero en una revista cultural en la radio y me cae super-simpático, pero no le he leído nada. Dicen q "Orquesta" está muy bien escrito... "ya dirás".
Feliz 2025 para tod@s los fans de Mo!
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