— Pero¿ tú no ibas a comprar el pajar pequeño?
— El pajar me gusta, pero esto es más grande y cabe más gente.
— ¿Más gente? ¿Tú? ¿Quién eres y por qué habitas el cuerpo de Ana?
Fantaseo mucho con que me toque una buena primitiva y poder retirarme. Sé que las probabilidades son escasas pero no es imposible, así que, de vez en cuando, imagino lo que haría con una cantidad desaforada de dinero que me permitiera, por supuesto, dejar de trabajar, comprarme una casa en Los Molinos y otra aquí, cerca de Cicely, para pasar seis meses al año por lo menos. Hoy hemos visto una de esas casas, decrépita, con balcones que dan miedo y contraventanas de colores. En una así me gustaría abrir algún tipo de fundación o algo así para, con ese dinero indecente, becar a creadores artísticos. Voy a ser más concreta: becaría a creadores que quisieran hacer podcasts narrativos de no ficcion y a escritores. Mi idea sería hacer una convocatoria con unas bases bastante exigentes, porque no quiero que se me cuele gente que no sabe hacer la O con un canuto o gente ya consagrada que quieren que les pague unos meses mientras ellos escriben su siguiente mierda que venderá miles de copias o idean un podcast que solo les interesa a ellos y a sus ombligos. Por supuesto, y aunque estaría forradísima, no voy a dar 50 becas, ni 30, ni siquiera diez. El número no lo tengo elegido, pero no creo que pasaran de entre 3 y 5 al año, o cada dos años: se trata de que trabajen con calma. Por supuesto que ese dinero no se lo daría a fondo perdido ni alegremente: sería un sueldo mensual suficiente para vivir bien, sin problemas, pero no para hacerse millonarios. Y, por supuesto, yo monitorizaría de vez en cuando los progresos. Esto lo haría sin estresarme pero sería implacable: si lo que haces no me convence o considero que te estás tocando los huevos, «se acabó la beca, Mari Carmen» y a otra cosa.
Dentro de este plan creativo me gustaría invitar a esos becados a una residencia de desconexión y por eso fantaseo con casas. Lugares aislados, en sitios sin bullicio, ni planes, ni gimnasios, ni tiendas. No quiero un palacio ni nada gigante pero algo lo bastante grande para acomodarlos en habitaciones que les molen pero no demasiado grande porque a mí la gente en general no me gusta, me da pereza, me cansa muchísimo. «No he conocido nunca a nadie más misántropa que tú».
Es cierto. Mmm… Quizás sea mejor tener una casa para los becarios y yo vivir aparte, sin gente, disfrutando de la soledad escogida en compañía sólo de los que ya tienen claro que a mí la gente no me sienta bien y no me hablan en el desayuno.
Gracias por leerme. Creo que te gusta leer Cosas que (me) pasan. ¿Sabes que puedes suscribirte para apoyar lo que hago, recibir el contenido extra y participar en El club de Podcasts encadenados y en el chat? Me encantaría que lo hicieras y te lo agradecería infinito. Si, además, te haces miembro fundador, piénsalo ¿cuándo has sido fundador de algo?, hasta te recibirás una carta manuscrita. ¿Cuándo fue la última vez que abriste el buzón y había una carta para ti?
Suelo medir mi descontento con el trabajo en función de las veces que hecho una primitiva (o un euromillonez). Y por supuesto, tengo un magnifico plan detallado de las muchas cosas que haría si me tocase. En función de los millones, claro esta. Desde rehabilitar un puñado de manzanas abandonadas en el barrio de mis padres a reventar el mercado de alquiler de una ciudad pequeña "socializándolo".
Pero en todos los casos, el primer paso es siempre dejar de trabajar, cómo no :)
Yo haría algo parecido pero sin becarios, vamos sin nadie, mi familia y ya…
Que pereza la gente…bueno invitaría de vez en cuando a comer a amigos.