Me sigue doliendo la mandíbula izquierda y me ha aparecido un dolor nuevo en el lado derecho del cuello. A cambio han dejado de molestarme las manos y la cabeza. En el paseo de la tarde, al subir de comer, me he enfadado. ¿Con quién? Con el mundo. Hemos salido de comer y tenía mucho sueño. Un sueño de esos que cae como una losa, que en los niños se manifiesta como si tuvieran un interruptor: un momento están parlanchines y saltando en las camas elásticas y al momento siguiente están dormidos con el cuerpo completamente desmadejado y sin atisbo ninguno de consciencia. Eso me ha pasado a mí. Estábamos tomando café en la terraza del restaurante, prestando atención a la conversación que dos matrimonios mayores tenían al otro lado de la terraza. Hablaban de un tal Antonio que es muy listo pero del que nunca sabes qué está pensando. Una de las señoras no paraba de insistir en la supuesta inteligencia de Antonio y los buenos negocios que siempre había hecho. Su marido, sentado al otro lado de la mesa, corroboraba todo lo que decía ella. El otro hombre, con unas gafas de sol parecidas a las mías y un jersey azul de pico, intentaba meter baza y decir que a él Antonio le caía regular. No lo ha conseguido: cada vez que empezaba la frase, la otra pareja fan de Antonio lo interrumpía. Solo me he enterado yo. «¿Crees que tenemos la misma pinta que ellos?», le he preguntado a A. No es que me crea joven ni mucho menos pero, a veces, tengo curiosidad por saber cómo me ven desde fuera. Leo en el desayuno otro artículo en el New Yorker (me estoy poniendo al día con los números atrasados) sobre la menopausia porque Naomi Watts y otras celebrities más desconocidas aquí han escrito sendos libros contando «todo lo que no te han dicho nunca de la menopausia». La periodista, Rebecca Mead, hace un buen trabajo reseñando los libros como tirando a mediocres y señalando que de la menopausia se lleva hablando mucho tiempo. Se remonta nada menos que al libro del Génesis cuando –parafraseo a Mead– «Sara se descojona cuando se entera de que a su edad va a tener un hijo, en lo que puede ser el primer caso registrado del ya conocido uso de la ironía desencantada, que es uno de los síntomas de la menopausia, aunque no aparezca en ningún listado como uno de sus síntomas». Señala después que ya en los años 80, 90 y primeros 2000 se escribió y se habló de menopausia. ¿Por qué entonces hay ahora esta fiebre de supuesta desinformación? Pues porque cuando se hablaba de todo eso, a las que ahora estamos en edad de sufrir la menopausia, esos temas nos daban igual y no leíamos nada y porque ahora es un negocio. Si antes la sociedad te hacía sentir culpable por no estar suficientemente delgada o por no cuidar a tus hijos bien o por no tener la piel perfecta, ahora de lo que te acusan es de estar envejeciendo mal. De estar envejeciendo a la ligera, sin tomártelo muy muy en serio.
Me he ido del tema. Tomando café y escuchando la historia de Antonio yo estaba muy pizpireta y chispeante. Charlando, haciendo chascarrillos y chistes, como un niño con sobredosis de chuches, pero ha sido salir de allí y venirme abajo. Quería tumbarme en un banco y dormirme. Quería que alguien me subiera en coche los 5 km cuesta arriba. Quería comprar pan y la panadería estaba cerrada. Quería echar el euromillones y el estanco mentía en su cartel de horarios y no estaba abierto a la hora que tocaba. Me hubiera puesto a llorar de agotamiento. Me veía incapaz de trepar toda la montaña de vuelta a casa, pero no quedaba más remedio. Así que nada, me he puesto de pie y he empezado a andar enrabietada como una niña pequeña, con las manos metidas en los bolsillos, la cabeza gacha y murmurando «no quiero subir, estoy muy cansada», «nuestra casa está lejísimos» le he dicho a A mientras veía a lo lejos Cicely. He echado a andar para ir sola, para no tener que hablar y, claro, me he equivocado de camino y he cogido el que se llama “El del ocho”, que, como su nombre indica, es una senda que da unas vueltas absurdas y que han hecho aún más larga la caminata. Me he enfadado muchísimo. Repito que como una niña enrabietada y cada vez más enfadada. Era consciente de mi estupidez pero no podía dejarla y además estaba muy cansada, me hubiera dormido de pie. Como los niños.
He seguido caminando por inercia. Un pie detrás de otro mientras mi cabeza volvía al artículo de la menopausia. Cuenta Naomi Watts que ella tuvo una perimenopausia temprana, empezando a mediados de los treinta y que le costó quedarse embarazada con su por entonces pareja Liev Schreiber (qué voz, madre mía, ese hombre te preña solo con decir tu nombre). Cuenta también que la primera noche que pasó con su actual pareja, Billy Crudup, se fue al baño, se arrancó un poco a lo bruto el parche hormonal y cuando salió del baño con la piel un poco en carne viva le dijo a Billy: «Tengo una menopausia temprana porque soy vieja». Él respondió: «Si eso te hace sentir mejor: tengo canas en los huevos». A Naomi eso le pareció el colmo del romanticismo. Sin comentarios. Decía también Naomi, contradiciéndose un poco a mi modo de ver, que ella se había dado cuenta de que se había vuelto invisible. Dejando de lado que si te has podido ligar a Liev y a Cudrup es evidente que lo de no ser atractiva se te está dando regular tirando a mal, esta queja de la supuesta invisibilidad de las mujeres de 50 años me sorprende muchísimo. Es algo de lo que no soy consciente para nada. Quizá porque yo siempre he sido bastante invisible, por no decir muy. ¿Me ven menos ahora porque soy vieja? Pues a lo mejor sí, pero es que ahora me da igual. ¿Que no me ves? Mejor para mí. Menos presión, menos tensión, menos expectativas, más pasar desapercibido. Se me ocurre que a lo mejor es la edad perfecta para ser espía. Como cambiarían las pelis de James Bond o Misión Imposible si las tías con las que se relacionan los supuestos héroes tuvieran 50 años y pudieran realizar todas las tareas de espionaje, los robos, los asesinatos sin que nadie las viera.
Perdida en estos pensamientos absolutamente innecesarios y sin trascendencia ninguna he conseguido llegar a casa y tumbarme en el sofá. Al mirar el móvil me ha saltado un vídeo de una doctora, por lo visto muy famosa, que decía «¿Te estás separando de tu marido?» Me ha parecido un gancho poderoso y he picado. «A ver si va a ser por tu menopausia que te tiene como loca, descontrolada y fuera de ti». Bueno, mira, vete a tomar por culo. Ahora resulta que todo lo que nos pase a las mujeres de más de cincuenta años es algo hormonal y no tenemos ningún control sobre nuestras emociones o nuestros pensamientos. Ya está bien. A lo mejor te separas con 50 no porque tengas la menopausia y el desajuste hormonal te tenga cegada, sino porque llevas aguantando 25 y ya estás harta o no quieres seguir. Y a lo mejor te cabreas en medio de una reunión porque no puedes más con la incompetencia ajena y no porque te haya dado un sofoco.
Y a lo mejor te caes de sueño al salir de comer de un restaurante y te enrabietas como una niña porque por fin te has relajado estando de vacaciones y no tienes ganas de controlarte y hacerte la fuerte.
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De verdad que no puedo con el temita de la menopausia a todas horas y en todas partes - te encuentran y te asaltan quieras o no tantos mensajes insistiendo en que te hagas cargo - no sé si me molesta ya tanto como la IA, hasta en la sopa. Y como dices tú, no todo los que nos pasa a partir de los 50 es hormonal , igual que no todo lo que les pasa a los adolescentes es por ser adolescentes. Es la eterna generalización y las cansinas ‘tendencias’ del momento y ese hábito de hacer todo de acuerdo al calendario (me acaba de salir un mensaje ‘.¿tendencias para exterior? Estas son las 4.’ La única tendencia que se me ocurre en este momento es comprar una buena cubierta para proteger todo de la lluvia y comprarte unas buenas botas de agua para salir ). Gracias como siempre por tus escritos (y yo también estuve de muy mala leche ayer después de comer y enfurruñada por estar a más de 200km de casa! )
Exacto! Me identifico plenamente c9n la que se cabrea en el curro pq los tíos son unos incompetentes. A mi no me dicen que es por la perimenopausia, me dicen : " es que tu tienes mucho genio porque eres española, y ya se sabe que los españoles tenéis la sangre caliente" en esos momentos me tengo q morder la lengua para no llamarlos gabachos de mierda. Entre otras cosas pq de gabachos tengo 2 en casa...😅